martes, 18 de abril de 2017

Despierta -Sierra


Pequeño relato creado tras la lectura de un fragmento de la obra Metamorfosis de F. Kafka.




Corría desesperada tras recibir una llamada que ni a mi peor enemigo desearía.
No me importaba que estuviese calada hasta los huesos gracias a la cantidad de agua descargada por las nubes, que extrañamente se parecían a la cantidad de lágrimas que resbalaban por mis mejillas.
No me importaba el hecho de no sentir ni manos ni piernas por el gélido frío y porque ya apenas llegaba oxígeno a mis pulmones.
Simplemente quería llegar y ver que todo lo anteriormente relatado por teléfono, fuera una vil mentira.

¿En qué momento pasó de ser el día más feliz de mi vida... al más miserable? 

Las puertas se abrieron para dar paso a las miradas inquisitivas de las personas que ahí se hallaban, pregunté en recepción por un ingreso de urgencia o un accidente de tráfico recién ocurrido del cual hayan dado aviso, dando nombre y apellidos.
Su mirada se llenó de pena tras mirar la información en su ordenador confirmando lo que me negaba a creer. Un fuerte ajetreo de una de las entradas cercanas captó toda mi atención, sobretodo las palabras que salían de uno de los hombres que portaban la camilla: Varón, 35 años, grave accidente automovilístico...

Y de nuevo hice a mis piernas correr como nunca, hasta poder llegar a la camilla al grito de  ''¡Papá no me dejes!'' mientras sentía que mi garganta se desgarraba junto a mi corazón. Agarré su mano como pude llenándola de besos, acaricié su magullada y pálida cara de la misma forma que él había hecho muchas veces conmigo... Papá no te puedes ir, no puedes dejarme sola...

Unos brazos comenzaron a agarrarme en un intento de separarme de él, pero no quería, no podía dejarle solo. Prometimos estar en los buenos y malos momentos. Prometimos estar ahí siempre el uno para el otro.
Antes de alcanzar su cometido la persona que ya casi me tenía en brazos, conseguí besar su fría mejilla robándole una sonrisa que pude ver en sus ojos. Te quiero brujita... consiguió articular y fue entonces que desapareció tras las puertas junto con mi esperanza.

Quizás lo peor no fue quedarme huérfana con tan solo 13 años, que tuviera que pasar mi adolescencia de casa en casa, que nunca llegara a saber que era tener una familia de verdad.

Lo peor es que al despertar y verme encima de su tumba, recordar que no fue una pesadilla sino el recuerdo de lo que un día fue la realidad, y que nunca volvería a ver aquella persona que me prometió conseguirme el mundo, y en tan poco tiempo, me dio el doble. 


Alicia Sierra Hernández.

3 comentarios:

  1. Hola, soy Alba Pinilla de 1C cuando leíste tu cuento me gusto la profundidad de la historia, la forma de expresar los sentimientos, de redactar y el giro dramático.
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  2. ¡Hola! Soy Cristina Carrasco del blog "Navigare in littera". He escogido esta historia porque me impactó mucho la primera vez que lo leí. Pero me gustó mucho con los sentimientos que lo escribiste.

    ResponderEliminar
  3. Hola, soy Isabel Torres del blog "Navigare in Littera". Tu relato me ha fascinado tanto por su contenido como por su forma. ¡Gracias por compartirlo!

    ResponderEliminar